Javier S

undada por los romanos, reconquistada definitivamente y repoblada por Alfonso VI a finales del siglo XI, Ávila sorprende al visitante por su estampa medieval, sus monumentos románicos, góticos y renacentistas, y sobre todo por sus murallas, que mandó construir Alfonso VI. Sus dos km. y medio de perímetro, jalonados por 88 torreones y 9 puertas, encierran un valioso tesoro histórico artístico, que ha merecido a esta ciudad el título de Patrimonio de la Humanidad. Santa Teresa de Jesús es conocida también como Santa Teresa de Ávila. Aquí nació y pasó la mayor parte de su vida, comenzó la Reforma del Carmelo, y escribió el Libro de la Vida, el Camino de Perfección y terminó las Moradas. Todo evoca a Teresa en esta ciudad, que con su perfil amurallado se hace imagen del Castillo Interior teresiano. Al acercarnos, el humilladero de los Cuatro Postes nos ofrece una hermosa panorámica, y nos recuerda la anécdota de Teresa que a los siete años de edad pretende ir con su hermano Rodrigo a tierra de moros para ser mártir. (cfr. Vida 1,6). Según la tradición, en esa cruz del siglo XVI los encontró su tío Francisco, aunque tal vez su aventura no llegara más lejos del puente romano sobre el río Adaja. Por este puente salía el camino de Salamanca y también de Gotarrendura, el pueblo donde se casaron los p