Martin Gabriel R

Ser familia anfitriona es una experiencia enriquecedora en muchos sentidos, y mi motivación para abrir las puertas de mi hogar combina tanto un profundo interés personal como una necesidad práctica que surge en mi vida actual.

Desde la Perspectiva Académica y Personal:

Como estudiante de Pedagogía en Inglés de 20 años, recibir a un alumno de intercambio no es solo una oportunidad, sino una extensión directa de mi formación. Podría:

Practicar y perfeccionar el inglés (u otro idioma, dependiendo del estudiante) de forma constante y natural, lo cual es invaluable para mi futura profesión.

Desarrollar una competencia intercultural profunda, esencial para ser un educador moderno capaz de guiar a estudiantes de diversos orígenes.

Aprender sobre otras metodologías educativas y perspectivas culturales que enriquecerán mi visión del mundo y mi enseñanza.

Desde la Perspectiva Práctica y Financiera:

Actualmente vivo con mi madre, pero ella pronto se mudará a Alemania. Esta situación presenta un cambio importante en mis responsabilidades y recursos:

Necesito generar ingresos para cubrir los gastos del hogar, especialmente ahora que mi madre se va. Convertirme en familia anfitriona, donde algunas organizaciones ofrecen un aporte económico para cubrir gastos de alojamiento y manutención, es una solución viable y digna.

Dispongo del espacio y el tiempo para integrar a un estudiante, ofreciéndole un ambiente seguro, de apoyo y con buena conectividad (ya que estudiaré desde casa o iré a la universidad, que queda cerca), un requisito clave para muchas agencias.

En resumen, deseo ser anfitrión para fusionar mis aspiraciones profesionales con mi necesidad económica. Ofrezco un hogar con una persona joven, empática y con una mentalidad abierta, listo para brindar al estudiante una inmersión cultural genuina y un fuerte apoyo con el idioma español, mientras a la vez puedo estabilizar mi situación personal y financiera.